El bazar de las cifras

En su informe más reciente titulado «El bazar de las cifras«, Ricardo Vargas muestra cómo «en la guerra contra las drogas en Colombia, las cifras son otro frente de combate».

Vargas observa que el escenario de las drogas en Colombia se caracteriza por el dominio de una confusión de cifras insuficientemente fundamentadas, y de diagnósticos especulativos que luego generan políticas que reflejan ese desorden.

La manipulación de datos y diagnósticos que se ha hecho en Colombia para consolidar el ‘éxito de la estrategia’ está haciendo carrera en países como México que miran hacia Colombia como el país del cual hay que aprender.

«El bazar de las cifras» da un vistazo a lo que sucede con las cifras para la coca y la cocaína en Colombia con la idea de levantar algunos interrogantes acerca de lo que las autoridades presentan como el éxito del control de drogas en Colombia.

La ruta de la cocaína

Foto The Guardian

Foto The Guardian

El periodista Matthew Bristow se pasó dos años en Colombia observando el proceso del narcotráfico desde la producción de la droga hasta su salida. El resultado se puede apreciar en un video de 30 minutos en el periódico británico The Guardian.

La primera parte lleva el título de “The Farmers” (Los campesinos). Aunque escenas como las que se ven al comienzo de esta parte no resultan muy novedosas –no es la primera vez que alguien filma detalles de la primera fase de la elaboración de la pasta base de coca- siempre resulta impresionante ver la manera despreocupada como los campesinos manipulan los precursores químicos, como si se tratara de sustancias inofensivas. Seguir leyendo

Desarrollo alternativo y cultivos ilícitos

Comentario a las recientes declaraciones del embajador de Colombia en el Reino Unido sobre el tema.

Los principales programas del llamado ‘desarrollo alternativo’ que se aplican en Colombia no contribuyen al desarrollo ni representan verdaderamente una alternativa. De ahí su fracaso. Un fracaso que se puede medir en términos del regreso del campesino al cultivo de la coca porque nunca se materializara el desarrollo prometido con la erradicación.

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«La hoja sagrada»

hoja de coca

hoja de coca

El periódico “El País” de Cali y un grupo de video periodistas encabezados por Mauricio González han lanzado un reportaje multimedia interactivo especializado en los temas de la coca. La página se titula: Reportaje 360 – La hoja sagrada.

El reportaje ofrece una información compacta e interactiva en los diferentes ámbitos asociados a la hoja de coca. A muchos les sorprenderá enterarse de datos tan interesantes como que hay evidencias arqueológicas que delatan el uso de la coca en lo que hoy es Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela en fechas tan antiguas como unos dos mil años antes de Cristo.

Como se desprende de la visita de este excelente reportaje, la coca es muchísimo más que  la materia prima de la cocaína. Más allá de su demonización y de la desinformación sobre sus calidades, hay otras facetas aún desconocidas de la coca que este material ayuda a esclarecer.

Los datos de la ONUDD para la coca en 2008

(Traducción de la entrada, The UNODC’s 2008 coca data, del blog de Adam Isacson, Plan Colombia and Beyond

El viernes pasado la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito publicó sus últimas estimaciones de los cultivos de coca y producción de cocaína en Colombia, Perú y Bolivia, los tres países que producen la casi totalidad de la cocaína del mundo. Los resultados de la agencia de la ONU se resumieron en una sola línea: los cultivos de coca disminuyeron notoriamente en Colombia en 2008, mientras que aumentaron en Bolivia y Perú.

La agencia de la ONU encontró una reducción del 18 por ciento de los cultivos de coca en Colombia entre 2007 y 2008, lo que se atribuyó a la “erradicación manual de 96.115 hectáreas de arbustos de coca (un incremento del 44 por ciento comparado con el área erradicada manualmente en 2007) y a la aspersión de 133.496 hectáreas de coca en 2008”.*

Mientras que la reducción de 2008 en Colombia es alentadora, no es, sin embargo, tan extraordinaria como parece. Esta representa un regreso a los mismos niveles de cultivos de coca que la agencia de la ONU detectara en 2003-2006, los años después de que el Plan Colombia produjo un incremento en la erradicación, especialmente en el departamento del Putumayo, y en los que las FARC perdieron el libre control del que gozaban sobre cinco municipios del occidente del Meta y del norte del Caquetá durante el fallido proceso de paz de 1998-2002.

(hacer clic en las imágenes para ampliarlas)

Cultivo de coca en los Andes - Estimaciones de la ONU

Cultivo de coca en los Andes - Estimaciones de la ONU

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No basta con ‘compartir la responsabilidad’ por las drogas cuando lo que se necesita es un cambio en la política de drogas

Presentación del vicepresidente Santos en La Haya

Presentación del vicepresidente Santos en La Haya

Ayer, 8 de diciembre, fue la clausura en el ayuntamiento de la ciudad de La Haya (Holanda) de la exposición “Shared Responsibility”. Como lo hemos venido informando en este blog, esta exposición hace parte de una campaña de la vicepresidencia de Colombia para informar a los países consumidores de cocaína sobre los daños ambientales que causan la producción de coca y cocaína en uno de los países más megadiversos del mundo, Colombia.

La clausura contó con la presencia del vicepresidente Francisco Santos quien presentó un Power Point con las imágenes y cifras de los daños ecológicos y el mensaje final a la opinión pública europea: cada vez que ustedes consumen una raya de coca se esfuman varias hectáreas de bosques en Colombia.

Lamentablemente, aparte de un par de periodistas pertenecientes a medios holandeses, el público invitado a este evento, ni era representativo de la población consumidora, o potencialmente consumidora, ni parecía estar muy informado sobre el problema. Lo primero era evidente por el aspecto de la gente, lo segundo por las preguntas que se le hicieron al vicepresidente Santos después de su presentación. Preguntas de cajón. Y aunque está claro que en ese tipo de eventos no se trata de generar un debate, a algunos de los asistentes nos quedó la duda sobre si este tipo de campañas sirven para algo más que para convocar eventos sociales como el cóctel de ayer.

Como lo hemos documentado en un informe reciente reseñado en una entrada anterior, si bien la producción de coca y de cocaína, en las condiciones de ilegalidad en las que se realizan actualmente, contribuye a la destrucción de la naturaleza y a la contaminación ambiental, no se puede esperar que la solución a este problema provenga de los consumidores de los países occidentales por mucho que se les informe sobre la catástrofe ambiental asociada al producto que consumen. La solución, en cambio, y a esto no se refirió en absoluto el vicepresidente, corresponde al propio gobierno colombiano. Un poco de voluntad política para cambiar la orientación de políticas como la de las fumigaciones con herbicidas, harían más por la naturaleza y contra la polución de las fuentes de agua que todas las campañas publicitarias que cuestionan el consumo.

No se trata de condenar la campaña en sí misma. La publicidad para desestimular el consumo de sustancias es muy justa. Pero mientras se mantenga el actual régimen para las drogas, la efectividad de estas campañas es, como reza un proverbio holandés, como trapear el suelo con el grifo del agua abierto. Mientras el gobierno no esté dispuesto a replantearse la actual estrategia para las drogas, mientras no esté dispuesto a asumir un debate amplio, sin condicionamientos y presiones ideológicas o económicas impuestas desde el exterior, un debate tendiente a revisar objetivamente todo lo que ha fallado hasta el momento, se seguirán repitiendo los errores con todas sus consecuencias sociales y ecológicas.

Amira Armenta

¿Es realmente el cultivo ilícito el principal responsable del daño ecosistémico en Colombia?

Foto AP - BBC Mundo.com

Foto AP - BBC Mundo.com

No está en manos de los consumidores europeos de cocaína sino en las del gobierno colombiano reducir el impacto ambiental que causa la producción de la coca.

Una nueva publicación del Transnational Institute (TNI) reconoce los perjuicios que causan al ambiente los cultivos de uso ilícito y la producción de cocaína, pero atribuye la principal responsabilidad de esta catástrofe ambiental a las políticas de drogas – como la erradicación forzada manual y aérea – que se implementan en Colombia.

El gobierno colombiano está promocionando internacionalmente el concepto de ‘responsabilidad compartida’ en asuntos de drogas a través de una exposición itinerante de imágenes que muestran el daño que causa en los ecosistemas la producción ilícita. El objetivo del gobierno es informarle al consumidor extranjero que cada vez que consume una dosis de cocaína está contribuyendo a la deforestación y envenenamiento de los bosques y selvas colombianos. Si bien es lógico que Colombia, como mayor productor de cocaína, quiera compartir con el resto del mundo los problemas asociados con las drogas para buscar entre todos una solución, el mensaje de la campaña Shared Responsibility podría no ser la vía más adecuada.

El Transnational Institute (TNI) acaba de publicar el documento Cultivos de uso ilícito y ecocidio, del ecólogo colombiano Germán A. Quimbayo Ruiz, una reflexión comparativa sobre el impacto en el ambiente de los cultivos ilícitos, la política antinarcóticos y otros sectores económicos. Este documento concluye que aunque es cierto que la producción ilícita de estupefacientes es responsable de una parte del drama ecológico, no es, sin embargo, la principal responsable del ‘ecocidio’ en Colombia. Otros sectores económicos, como la ganadería extensiva o la creciente instalación de monocultivos como el de la palma aceitera han contribuido mucho más que la coca al deterioro de los ecosistemas. El documento del TNI llega también a la conclusión de que, en lo concerniente a la producción ilícita, es básicamente la política de drogas que se viene aplicando en el país desde hace varias décadas, la principal responsable del impacto ambiental causado por la producción de coca y cocaína.

El documento recomienda a las autoridades antinarcóticos colombianas la urgente necesidad de un cambio de orientación en las políticas. Colombia lleva décadas aplicando estrategias en el lado de la oferta con el fin de solucionar el problema de las drogas. Estas estrategias han sido ineficaces y contraproducentes. En lo concerniente al ambiente, han inducido el desplazamiento de los cultivos ilícitos, con las consecuencias ambientales -deforestación y contaminación- que esto genera.

Véase el informe completo Cultivos de uso ilícito y ecocidio.

La ruta africana

Incautación en Guinea Bissau - Foto AP

Incautación en Guinea Bissau – Foto AP

Dos importantes informes internacionales relacionados con el tema del comercio ilegal de cocaína han aparecido recientemente. El primero es un informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), titulado Monitoring the Supply of Cocaine to Europe, y el segundo corresponde a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), Drug Trafficking as a Security Threat in West Africa.

Ambos documentos dentro de sus particularidades están profundamente relacionados en su temática general: las nuevas rutas de tránsito de la cocaína desde Suramérica a través del África hacia Europa estarían facilitando la invasión de cocaína que se vive en el viejo continente. Aunque no es la única, la ruta africana que se ha incrementado tanto en los últimos años, se ha vuelto una fuente de gran inquietud para la autoridades internacionales antinarcóticos. Como lo señala el documento de la ONUDD, el África occidental, que “nunca había tenido problemas de drogas en el pasado”, ahora se ha transformado en un centro del tráfico de cocaína. La droga está llegando en barcos y aviones a los países del África occidental desde donde sigue su camino hacia Europa por todo los medios posibles, en vuelos comerciales, en las maletas o en los intestinos de los pasajeros. El destino final suele ser España y el Reino Unido, los dos mayores consumidores de cocaína de Europa. Seguir leyendo

Diez años del Plan Colombia: una evaluación analítica

Latuff, NarcoNews Editorial Cartoonist

Latuff, NarcoNews Editorial Cartoonist

Este informe del Programa de Políticas sobre las Drogas de la Fundación Beckley ofrece una evaluación crítica del Plan Colombia.

Propuesto en un principio como un programa para el fomento de la paz, el Plan pronto se convirtió en una estrategia militar dirigida a debilitar el vínculo entre drogas ilícitas e insurgencia. Los resultados de este enfoque en lo que respecta al declive de ejércitos ilegales, especialmente grupos guerrilleros, podrían considerarse un éxito. Sin embargo, en lo que se refiere al cultivo de coca y tráfico de cocaína, los resultados son distintos. Esta contradicción plantea una serie de cuestiones sobre cuál es la eficacia de aplicar un enfoque eminentemente militar para abordar el problema de las drogas y cuál es el verdadero impacto de la estrategia de control de la oferta sobre el mercado internacional de estupefacientes ilícitos.

El informe analiza estas cuestiones y llega a la conclusión de que la estrategia no ha conseguido abordar las causas estructurales del cultivo de drogas ilícitas: pobreza, falta de oportunidades y conflicto permanente. También trata sobre cómo el actual acento en las fumigaciones tiene un impacto negativo en el frágil y estratégico ecosistema amazónico, así como los posibles problemas sanitarios para las personas que viven en estas zonas.

El informe, además, sugiere que el enfoque militarista sobre el tráfico de drogas parece contribuir al desarrollo de lo que se podría denominar ‘mercados de violencia’. Finalmente, se arguye que aunque puede que el poder de los grupos guerrilleros –especialmente de las FARC, un grupo con 40 años de historia que controla algunas etapas del comercio del tráfico de drogas– vaya a la baja, esta situación se debe analizar en el contexto de su falta de coherencia política y apoyo popular. Una de las conclusiones clave del informe es que el caso del Plan Colombia debería servir como lección de “lo que no se debe hacer” al abordar situaciones políticas y sociales complejas que conllevan tráfico de drogas ilícitas y conflictos internos en países productores.

La autora del informe es Beatriz Acevedo. Descargar informe completo

La otra cara de la coca

Coca is not a drug - Foto Nick BuxtonMientras la prensa colombiana y la internacional han dado un enorme despliegue al último informe de la Organización de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito ONUDD que destaca un aumento de los cultivos de coca en los países andinos en 2007, bastante menos atención se le ha prestado al tema de la revalorización de la hoja de coca que adelantan algunas instancias. La coca no siempre ha terminado convertida en cocaína. Es más, esa transformación de la hoja en clorhidrato de cocaína es un hecho relativamente reciente dentro una larga historia del uso de esta hoja considerada vital para numerosas comunidades ancestrales de la América andina.

Para destacar esto último es que en los últimos años han venido surgiendo diversas iniciativas cuyo objetivo es mostrar la otra cara de la coca. Una cara más auténtica respaldada en siglos de consumo sano, para el que ahora, además, se abren otras posibilidades. Una industrialización y una comercialización reguladas de los más diversos productos extraídos de la hoja de coca podrían llegar a convertirse en una sana fuente de desarrollo de comunidades indígenas y campesinas de los tres países andinos. 

Es con esta perspectiva que en Bolivia, bajo el lema de ‘coca y soberanía’, se vienen realizando desde hace varios años ferias internacionales de la hoja de coca. O que el pasado mes de marzo, en el marco de la Feria Alimentaria de Barcelona, una de las más importantes del Mundo hubo un stand dedicado a productos extraídos de la coca, representativos del enorme potencial de esta planta. Y que en Colombia el Cabildo indígena de Cerro Tijeras organiza un festival gastronómico de la coca del 3 al 5 de julio. Tal como lo anuncian los organizadores del festival, se trata de exponer las alternativas gastronómicas, económicas y de soberanía alimentaria que ofrece la hoja de coca.

Debido a la torpeza de las políticas que se aplican hoy día contra las drogas en general -y contra la coca en particular a pesar de no ser ella misma una droga- en países como Colombia, la coca ha quedado encerrada en un contexto de guerra, y de conflicto social y humano. La extensión exagerada de los cultivos de coca y su canalización hacia el narcotráfico terminaron por atribuirle una carga negativa a la hoja de coca convirtiéndola por ende en objeto de un monitoreo con fines represivos. Esta es la cara más conocida de la coca: la de los enormes campos cocaleros que un día van a llegar en forma de un polvo blanco a las narices de los consumidores en otras partes del mundo; y la que, en ese proceso, genera enormes ingresos a las mafias de narcotraficantes y de ‘terroristas’ en medio de un escenario de violencia.

La comunidad de Cerro Tijeras quiere mostrar que la coca puede ser también un símbolo y una realidad de paz y desarrollo. Por eso sería bueno que los representantes en Colombia de la Oficina de la Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito se dieran esos días un viajecito por el Cauca, y se acercaran a escuchar por ejemplo la exposición de Fabiola Piñacué, que se va a referir en el festival al tema de las posibilidades de la coca en la cocina, o dialogaran con la ecóloga Dora Troyano quien lleva años dedicada a investigar y trabajar en temas de coca con las comunidades ancestrales. De este modo, quizás, además de publicar su informe anual sobre la extensión de los cultivos de coca, la producción de cocaína y las actividades del narcotráfico, la UNODD comenzara a ver la utilidad de promover los usos sanos de una planta que, a pesar de todos los programas de erradicación que le apliquen, no va a desaparecer de la faz del planeta.

Amira Armenta

Coca is not a drug – Foto Nick Buxton