Sobre cultivos de uso ilícito e insurgencias

En países en donde se combinan los fenómenos de producción de cultivos de uso ilícito y de conflicto armado, como Afganistán y Colombia, se tiende a explicar la existencia de las zonas cultivadas con adormidera para opio y coca respectivamente, debido a la presencia de los grupos insurgentes en esas zonas. Y aunque sin duda los grupos insurgentes se benefician del negocio de las drogas, dicho negocio tiene una dinámica propia que está por encima de la existencia de grupos rebeldes. Con o sin ellos, el negocio sigue su curso. Concentrar la acción antinarcóticos sobre los rebeldes puede llevar a que se les golpee reduciendo su capacidad de participación en las actividades narcóticas pero esto no conduce a la reducción de las actividades narcóticas mismas.

Cuando la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (ONUDD) publicó el pasado mes de junio su World Drug Report 2008 con los censos de cultivos ilícitos correspondientes al año 2007, se vio que en Afganistán el opio había aumentado en un 17% alcanzando un nuevo récord, y en Colombia la coca había aumentado en un 27% (véanse los gráficos).

Dentro del habitual discurso de drogas-terrorismo, se atribuyó el aumento en ambos países a la acción de sus respectivas insurgencias. La acción de los talibanes estaría detrás del nuevo récord afgano, y en Colombia, las FARC son las que promueven la coca entre el campesinado.

Pero la asociación drogas-insurgencia no siempre es tan evidente como se pretende. Colombia es un buen  ejemplo de esto: En un discurso reciente, con motivo precisamente de la publicación del mencionado informe mundial sobre drogas, el director de la ONUDD, Antonio Maria Costa, dijo que “En los últimos años el gobierno colombiano destruyó cultivos de coca de amplia escala por medio de la masiva erradicación aérea. Fue una campaña incuestionablemente exitosa contra grupos armados y narcotraficantes…”. Es curioso que el director Costa haya mencionado esto en el marco de un informe que da cuenta de un aumento en la producción de coca. La campaña del gobierno contra las FARC ha sido contundente, sin embargo no ha logrado mejorar de manera acorde los registros de las áreas cultivadas en Colombia. Una de las razones para ello podría ser el hecho de que en el país las FARC no son los únicos, y ni siquiera el grupo más importante asociado a los cultivos de coca.

Más consecuente pareció la actitud del gobierno de Uribe cuando se conocieron las cifras de los cultivos en Colombia. El inesperado aumento de coca produjo una reacción de desagrado, al punto de que la administración llegó a anunciar que no continuaría con el sistema de mediciones de la ONUDD.

Si una reducción de las FARC como consecuencia de los certeros golpes que viene propinándole el ejército desde mediados de 2007, no se tradujo en una reducción de los cultivos ilícitos, ¿será, entonces, que hay otras razones, no necesariamente ligadas a la acción de las FARC, que podrían explicar mejor el aumento en la producción de coca en 2007?

La administración de Uribe prefiere no plantearse este interrogante, en cambio opta por dudar de la metodología usada para las mediciones. (A propósito se podría añadir que, efectivamente, estos censos no son muy confliables, pero el gobierno colombiano los acepta de buena gana cuando las cifras son favorables y los rechaza cuando éstas no se ajustan a sus expectativas).

Sin duda es más fácil culpar a alguien (la insurgencia) de un delito que entrar a examinar las causas que inducen a los campesinos a caer en el delito de cultivar un producto establecido como ilegal. Una posición que les permite, además, a las autoridades no poner en discusión el tema de las estrategias antidrogas que aplican en esas regiones, manteniéndose en el convencimiento de que las políticas son buenas, lo malo es que haya tanto guerrillero y tanto fundamentalista talibán regados por esos países.

La semana pasada la ONUDD publicó su informe 2008 sobre la situación de los cultivos de adormidera para opio y la producción de opio en Afganistán. Los datos corresponden a la primera mitad de este año y arrojan la significativa reducción de un 19% de los cultivos de opio en comparación con 2007. El informe confirma también que ahora hay en el país menos provincias cultivando opio de las que había el año pasado. La provincia de Nangarhar, por ejemplo, que el año pasado ocupaba el segundo lugar en producción, hoy es una provincia opium free, dice el informe.

¿Quiere decir esto que Nangarhar es también una provincia taliban free? Por los frecuentes informes de prensa sobre la actualidad afgana esto no parece ser el caso.

Las razones para la reducción, según el informe, (resaltado en un fact sheet del 27 de agosto del Departamento de Estado de EEUU) tendrían que ver con las buenas campañas publicitarias para desestimular la producción, el fuerte liderazgo de los gobernadores locales y, probablemente la más determinante, con la tremenda sequía que azotó las regiones en las que se registró una reducción o desaparición de los cultivos. Las malas condiciones del tiempo afectaron no sólo la adormidera para opio sino que dañó los cultivos de trigo, disparándose los precios del producto, haciendo ahora del trigo una alternativa lícita más rentable que el opio.

Como la coca colombiana tiene menos riesgos de verse afectada por el mal tiempo, toca esperar que sea gracias a la acción de una presencia integral del Estado en las regiones lo que induzca a un desestímulo en la producción. O a que los laboratorios ilegales en cualquier parte del mundo comiencen a producir una cocaína sintética que haga innecesaria la materia prima de este estupefaciente. Mientras tanto, con o sin guerrilla, se seguirá plantando coca en el país.

Amira Armenta